
Hoy duele tanto tu ausencia,
mi eterno complice nocturno;
mi incertidumbre ausente,
mi conflicto intermitente.
Hoy me abrazo a tu voz
acompasada de guitarra,
te grito con la luna
y me duermo sin respuesta.
Una lágrima me alcanza
mientras recorro la memoria,
entre andenes y avenidas
o tus múltiples manías.
Anhelo sentir el suspiro
del procaz viento jugando,
mas miro a mi costado
y él contigo se ha marchado.